Georgia ha experimentado un significativo cambio político con la elección de Mikheil Kavelashvili como nuevo presidente, un acontecimiento que ha generado considerable polémica en el panorama político del país alejándolo de la adhesión a la UE.
A sus 53 años, Kavelashvili accedió a la presidencia con el respaldo del partido Sueño Georgiano, que controla de manera efectiva el colegio electoral de 300 escaños. La elección se produce en un contexto de tensión política considerable,
El partido gobernante ha sido señalado por la oposición como un instrumento que podría estar facilitando una aproximación más cercana a Rusia, alejándose de las aspiraciones europeístas de Georgia.
Sueño Georgiano ha manifestado su intención de continuar buscando la adhesión a la Unión Europea, aunque simultáneamente busca «restablecer» las relaciones con Rusia. Esta postura genera significativas dudas sobre la verdadera orientación geopolítica del país.
Las críticas hacia el partido gobernante son contundentes. Se le acusa de volverse progresivamente autoritario y de mostrar una inclinación hacia Moscú, especialmente después de aprobar leyes que recuerdan a las estrategias del Kremlin para reprimir la libertad de expresión y los derechos LGTBQI+.